¿ El voto será más racional que emocional ?
- Escrito por Odón Elorza
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En los tiempos que vivimos, una campaña electoral no puede fiarlo todo a la decisión racional de un electorado que evalúe con objetividad la gestión realizada por el Gobierno y que analice lo que nos jugamos para los próximos cuatro años. Es mucho pedir porque el voto es más líquido, cambiante y está muy condicionado por el contexto de un escenario político en el que pesa el trumpismo y la manipulación informativa, el estado de ánimo y las expectativas negativas de cara al futuro.
Habría que preguntarse por las razones que llevan a sectores de trabajadores, gente humilde, jóvenes, pensionistas y clases medias a votar lo mismo que los conservadores, ultras y ricos, a quienes les importa poco el interés general y aplicar los principios de una democracia madura. Pero sucede que cada vez hay más gente que no le da el salario para llegar a fin de mes porque ha perdido poder adquisitivo. Y considera que la política no le va a resolver sus problemas o que el discurso populista da salida a su malestar. Se impone la reflexión.
Una parte importante de la población se siente atrapada por la desafección a la política, la incertidumbre y el miedo ante lo que viene y ante los efectos económicos motivados por los grandes retos globales. Me refiero a la crisis climática, a la revolución tecnológica -en especial con los fenómenos de la IA y la evolución incesante de la robótica- y a las migraciones que irán en aumento por las guerras y la hambruna y sin que la izquierda tenga una posición compartida y coherente. El escenario global del planeta ayuda a precipitar un cambio de ciclo aunque este Gobierno no se lo merezca tras la gestión realizada en medio de una pandemia y una guerra.
De ahí que las propuestas y reformas de la izquierda tengan que ser explicadas no solo desde la racionalidad sino, ademas, con un relato que, dando respuestas a tanta ansiedad, despierte emociones e ilusión colectiva para resolver problemas de gran complejidad. Esa es una tarea fundamental, con dimensión pedagógica, que tendría que servir para identificar a un líder político.
Según avanzaba la campaña del 23J me he reafirmado en que no era acertado centrarla en una llamada de alarma continuada contra VOX y su pretendida capacidad para forzar una involución. Son Feijóo y el PP, una derecha que practica el trumpismo y prioriza el discurso ayusista, quienes quieren conducir a España a una involución en derechos sociales y en libertades. La misma derecha populista -rasgo más acusado tras la explosión electoral de VOX- que podría ocasionar un retroceso en la modernización de las estructuras económicas e industriales que precisa el país.
Se trataba de no fallar al establecer la estrategia y prioridades de una campaña electoral decisiva. El peligro real no es VOX; es el PP que se ha ido al extremo con un comportamiento reaccionario, con amenazas de derogar conquistas sociales y democráticas, con sus propuestas para recortar las políticas públicas y sus prácticas contrarias a los principios de una democracia.
Feijóo es el verdadero elefante en la habitación. No hay que poner todo el foco en el pacto del PP con VOX. Esos pactos de gobierno son incalificables pero están asumidos y amortizados para la opinión pública. A la ciudadanía progresista le repugnan y los da por descontado.
La prioridad de la campaña debe ser reforzar la credibilidad del Presidente Pedro Sánchez y del proyecto iniciado por el Gobierno de Coalicion y ganar la confianza ciudadana mediante la presentación de nuevas propuestas que vengan avaladas con rigor. Propuestas sobre políticas fiscales para seguir desarrollando las medidas sociales y el cumplimiento de los derechos básicos; sobre las vías para consolidar la evidente mejora de los datos de nuestra economía; y sobre un proceso de gobernanza democrática que promueva las políticas de cooperación interinstitucional de cara a una aplicación responsable y justa de los fondos europeos en favor de la recuperación tras la pandemia. Sin olvidar que fortalecer en España la relación con Cataluña y Euskadi requieren una política de Estado que aplique el diálogo constitucional para afianzar la convivencia y desarrollar el autogobierno.
Feijóo pasará a la historia como “el mentiroso” porque en esta campaña ha pretendido convertir la mentira en una “bomba de racimo” que contamine toda la vida política. Le interesa tenernos ocupados y distraídos discutiendo sobre la amenaza que representa VOX, los historíales negacionistas de responsables institucionales ultras, la miserable consigna sobre Txapote, el uso del Falcon, el demonio que encarna Bildu cuando fue el Presidente Aznar quien negoció con ETA como ha quedado de nuevo demostrado, un pacto trampa de Feijóo en apoyo a la lista más votada (puro ejemplo de cinismo) o levantar dudas sobre el papel de Correos.
Al PP no le interesa que la información de los medios y la propia campaña de PSOE y SUMAR se dediquen a recoger y explicar la mejora de los datos de la economía y el empleo. Tampoco Feijóo está interesado en debatir sobre las medidas necesarias que deben adoptarse ante la crisis que atraviesa el planeta y ante tantas incertidumbres vitales.
El debate público no puede servir para engordar la confusión. Bastante crispación y polarización se ha trasladado ya a la población. El debate electoral debiera ser transparente y centrarse no solo en la gestión realizada por el Gobierno progresista de coalición. Sobre todo, debiera insistirse en las nuevas reformas a aprobar, junto a las iniciativas para reforzar los valores de una democracia amenazada.
Una campaña electoral no solo sirve para hablar de gestión y de futuros compromisos para la legislatura. Defender la necesidad de un diálogo transversal para establecer puntos de encuentro -de nuevo- en la política de Estado, de cara a afrontar los grandes desafíos de país, ha de ser un objetivo destacado en un Programa que trate de ser incluyente y de generar confianza en la ciudadanía.
Alcanzar acuerdos que formen parte de una política de Estado es algo irrenunciable. Lamentablemente, la campaña de Feijóo va de lanzar mentiras reiteradas, va de alimentar el discurso del odio y de amenazar con propuestas de recortes sociales e involución de la democracia .
En Europa, en tiempos de crisis e incertidumbre, una parte de la derecha tradicional se ha vuelto trumpista, bebe del discurso ultra y gobierna con ella. En España tenemos la gran oportunidad el 23J de frenar el avance de las ideas de ultraderecha que ponen en riesgo los derechos civiles, la democracia y la cohesión europea. Necesitamos en la UE líderes dispuestos a afrontar en serio una transición ecológica y digital que sea justa así como los problemas actuales de desequilibrio y de ingobernabilidad, a corto plazo.
Los compromisos de las fuerzas de izquierda han de consistir en profundizar las políticas públicas que permitan nuevas conquistas en la lucha contra la desigualdad, la exclusión y la pobreza, y asentar una gobernanza basaba en el diálogo, la cooperación y una articulación cada vez más federal.
Las elecciones del 23J son trascendentales para una España que no puede permitirse dar pasos atrás si quiere gestionar con éxito sus retos.
Odón Elorza / Ex diputado del PSOE por Gipuzkoa.
San Sebastián 13 de julio de 2023 (actualizado el 22 de julio).